domingo, 13 de enero de 2008

Primera Cosecha

Más allá de alguna opinión en foros casi siempre auspiciados por bodegas que ponen en jaque la libertad de criterios, de las miles de páginas que existen hoy en el mundo, pocas son las que presentan a la vivencia del vino como un contacto personal que pueda ser expresado con palabras de carne y hueso.

Sí, de carne y hueso, no de jeringonza. Los habitantes del universo del vino han desarrollado un “lenguaje propio” que en muchos casos termina siendo jerga vacua y vana, que no trasluce en lo más mínimo el festival de sentidos que puede surgir de la salida a escena de una botella de vino. Ese supuesto “lenguaje propio” es más bien una interminable lista de préstamos que en personas cultas alcanza altos niveles de elocuencia poética y en labios poco instruidos no pasa de ser más que apósito inexpresivo, tan bien utilizado como una muleta tembleque que asista a una torpe elusión de las zancadillas del ridículo.